Un Presidente de México, que no es Presidente de México, sino Presidente de Morena, es una nota de desconfianza, porque su cargo formal es ser Presidente de México.

El puesto de Presidente de México en su diseño original, histórico y de costumbres ha sido que la persona que lo ocupe, se despoje de sus vínculos tribales y vea por todas las tribus viendo por el bien de todos y apoyando a todos los que estén dentro de la ley. Y los que estén fuera de la ley tratarlos en cuanto a cómo corregirlos para que no perjudiquen a otros mexicanos.

Nuestro Presidente divide al país en el sector negativo que hay que odiar y que tiene las culpas de todo lo malo que según él tiene el país y el sector bueno del país que coincide con aquellos que deben aceptar dogmáticamente y por dinero y dádivas económicas su liderazgo. Los que no están conmigo están contra mí.

Solo esta actitud ya tiene la semilla de la desconfianza. Dogmatizar y generalizar los males del país y dogmatizar y generalizar los culpables, sin evidenciar con hechos y datos qué es lo que deteriora al país y qué es lo que lo fortalece.

La desconfianza en el Gobierno no es nueva, sino que tiene yo diría toda la historia de México.

El México, gobernado por españoles peninsulares conquistadores y españoles peninsulares gobernantes, como la colonia de España, fue de desconfianza, ofreciendo, por un lado, espejitos como oro, promesas como medios de convencer y mentiras. Los españoles criollos de nuestros antepasados crecieron en la desconfianza con los españoles peninsulares, pero al independizarnos no había una referencia distinta para gobernar y resultó el mismo tipo de gobierno que el de los peninsulares, emulando el mismo tipo de liderazgo, pero con un agregado, personas resentidas por el trato recibido al ser criollos. Utilización del poder para provecho propio, autocracia por encima de la ley, culto a la persona del gobernante, puestos de gobierno para familiares y amigos, evitar consensos y transparencia, baja cultura de la importancia de Resultados y hechos en las decisiones. Así era y así sigue siendo después de 520 años de vida de gobierno en México. Este tipo de liderazgo, crea desconfianza en los gobernados.

Hay mucho consenso en que México es un país muy rico, pero mal administrado.

Bueno, no hemos corregido estas ellas de tipo de liderazgo español antiguo, de nuestros antepasados en muchos sectores de México, pero sí en algunos, sobre todo empresariales, donde hay libertad de competencia y de comercio para que los clientes (o sea la sociedad) tengan opciones para su consumo.  Los partidos políticos y los políticos mexicanos han adoptado la misma manera de ser de gobierno de nuestros antepasados españoles, quizás porque lo traemos en nuestro ADN, que no ha probado tener buenos resultados de confiabilidad.

La confiabilidad según la cultura y enseñanza japonesa radica en los líderes, proviene de los líderes, de ellos depende, la sociedad la recibe de sus líderes sociales. Cuando los líderes están allí por haberse ganado la confianza con evidencias y los líderes creen en generar confianza, es como se puede instituirse la confianza en esa sociedad.

Cuando los líderes se imponen con promesas y buen decir, pero falta de buen hacer comprobado, se establece la desconfianza. Se forma un círculo vicioso entre líder desconfiable y poder. Se acostumbra a la sociedad a unas prácticas desconfiables.

Este tipo de liderazgo que genera desconfianza también se encuentra en el ADN de los que provenimos de esos españoles. España nunca se caracterizó en su pasado histórico por tener un tipo de liderazgo confiable de gobierno.

Los países que actualmente tienen más confianza en su gobernó son países como Japón, Suiza, Inglaterra y los países nórdicos. Estados Unidos, con un gobierno acotado por la Constitución y el poder judicial, ha sido confiable hasta últimas fechas que se critica la confiabilidad de los líderes del partido demócrata. Este tipo de liderazgo tiene los siguientes atributos, líderes que toman el poder por competencia en el oficio, cultura con base en resultados, consensos y trabajo en equipo, empatía e inteligencia emocional en el trato a los demás, leyes bajo un estado de derecho, alta educación y acceso a oportunidades a los que se esfuerzan por mejorarse y mejorar a los demás, acotamiento del poder por conflictos de interés y por un poder judicial y centrado en la satisfacción del cliente.  

Veamos las soluciones de la siguiente manera:

  1. Nos toca a nosotros cambiar estos paradigmas de mal tipo de liderazgo. Nuestros antepasados ya no pueden corregirlo.
  2. Tenemos en los sectores de alta confiabilidad de México un tipo de liderazgo copiado del norteamericano y también del japonés que funciona mejor.
  3. Usemos lo que ya tenemos de liderazgo más confiable, en los sectores de alta confiabilidad para hacer una transferencia al sector de baja confiabilidad.

El sector Salud y los mejores médicos mexicanos tiene este tipo de liderazgo de confiabilidad humana, reconocida mundialmente medida en resultados con hechos.

El sector de pilotos de aviación mexicanos tiene alta confiabilidad en su oficio reconocida mundialmente, medida en términos de su actuación real, acompañada de certificaciones.

El sector manufacturero tiene alta confiabilidad reconocida mundialmente medida en productos manufacturados de calidad y eficiencia en sus procesos y habilidades.

Algunas Universidades tiene este tipo de liderazgo de confianza, las que son reconocidas internacionalmente medidas mediante certificaciones.

El sector turístico de clase mundial tiene logros en confiabilidad internacional, medido en categorías de servicio y calidad, corroborado por clientes.

El sector construcción de clase mundial tiene reconocimientos internacionales medidos por clientes internacionales.

El sector social y filantrópico que su oficio es transferir recursos al sector más necesitado. Hay que ver los mejores protagonistas y también los que sean merecedores de más confianza, pues ellos son fuentes posibles de culturización a los sectores de baja confiabilidad.

Las mediciones de resultados de gobierno y de empresas de gobierno, tienen resultados de confiabilidad pobres o algunos negativos; Es derivación directa de la confiabilidad de sus líderes.

Empezar por obtener certificaciones de confiabilidad y reconocimiento mundial entrenando a todos en la búsqueda de esta certificación, es una forma muy confiable por donde podemos iniciar el camino de la transferencia de la cultura de confiabilidad a los sectores de baja confiabilidad, robusteciendo los sistemas de aseguramiento de la confiabilidad en la gobernanza.

Ya tenemos libros, videos, diplomados y cursos disponibles para ello y de fácil acceso.

¿México es un país de líderes políticos poco confiables monopolizando el círculo de poder y dirigiendo a unos gobernados de alta confiabilidad? O ¿México es una mezcla de líderes con ciudadanos poco confiables, interactuando con sectores de alta confiabilidad?

Si ponemos como requisito para ocupar puestos de líderes políticos, que hayan generado confianza en algo importante, para beneficio del país y con suficientes personas que lo atestigüen honesta y sinceramente, lo logramos.

Los mexicanos tienen en su interior un enorme potencial de ser gente confiable, sobre todo cuando las condiciones que lo rodean favorecen “ser de confianza”, pero si las condiciones para sobrevivir son la mentira, el fraude, la incompetencia, entonces se tiene que adaptar por la subordinación.  

Los mexicanos hemos probado una capacidad para aprender extraordinaria y cuando se enseña las prácticas de confiabilidad, todavía más. En mi experiencia docente y de trabajo, las tareas encomendadas en un ambiente de confiabilidad resultan más que extraordinarias, yo diría geniales y admirables.

Si estás interesado en leer más acerca de la Confiabilidad aplicada en el liderazgo de gobierno de este país, te recomiendo leer mi libro El Reto de México: Aumentar la Confiabilidad.